9/11
El 11 de septiembre del 2001 vivía yo en Medellín e iba camino a mi oficina cuando oí la noticia en la radio del carro. Juan Gossaín informaba que había ocurrido un accidente en las Torres Gemelas. En principio, se pensaba que una pequeña avioneta se había estrellado contra una de las torres. Nadie podría creer que se tratara de un avión comercial lleno de pasajeros. Tampoco yo. Pilar Castaño, enviada a New York por RCN para cubrir un evento de modas pasó al aire y confirmaba que, efectivamente, un avión pequeño se había chocado y que había fuego en la Torre Sur. Y luego lo inimaginable: esta vez a vista de todo el mundo (todos los turistas y medios de comunicación estaban enfocando sus cámaras hacia el WTC) un avión comercial impactó la Torre Norte. La perplejidad y confusión eran tan evidentes, que Pilar Castaño insistía en que no había un segundo choque y que solo una torre estaba impactada. Pronto la locutora fue relevada por la voz en directo de la CNN Radio (imagino que esto fue el final de la carrera radial de Castaño y decidió que lo suyo definitivamente no eran las noticias sino las pasarelas). Yo no podía creerlo aún y llegué a la oficina directamente a ver en Internet que ocurría. Las fotos eran impactantes y temblé viendo las imágenes. Casualmente por esos días estaba lleno de trabajo y tuve que concentrarme en mis cosas. Pero al pasar junto a la pantalla de un colega vi el que debe ser el titular más tenebroso que he visto en eltiempo.com: la torre norte había colapsado. Corrí a mi puesto pero el colapso se había extendido hasta Internet y las noticias llegaban lentamente. Me fui a mi carro a oír las noticias en la radio. Todo era desconcierto entre los locutores. Se trataba sin duda de un ataque terrorista. “Bienvenido el siglo XXI”, pensé. Se había acabado oficialmente ese pequeño hueco en la historia donde pocas cosas habían tenido dimensiones globales. “Las vacaciones de la historia” ha sido llamado ese período entre la caída del muro de Berlín y el 9/11. Desde muchos puntos de vista se puede hablar de unos “felices años noventa”. Mi hermano me dijo esta frase: “Lo peor de todo fue ver en los noticieros a esa gente saltando desde lo alto. La única vez que subí a la terraza de la torre me sentí tan asustado por la altura que yo no hubiera sido capaz de saltar aunque el fuego estuviera detrás de mí. Realmente debió ser horrible”. Yo quisiera decir lo contrario, pero todavía vendrán muchos 9/11. No es invadiendo países y matando inocentes como vamos a cambiar el nuevo y oscuro rumbo que ha tomado la Historia.
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