lunes, mayo 15, 2006

El hombre que yo amo

Con los años uno parece ampliar sus gustos, lo cual, ojo, no significa que se bajen los estándares. Recién empecé en este cuento del uranismo (vaya palabrita), yo me sentía un poco cohibido al responder la famosa pregunta “cuál es tu tipo”. Siempre ha sido una pregunta que se refiere más al tipo “físico” que al emocional o espiritual. En estos momentos de mi vida, lo físico pierde prioridad (claro, todo sigue entrando por los ojos) frente a otras características más profundas, pero más fuertes y “enamorables”. Alguien que me guste debe tener estas características (o al menos la mitad, para no pasar por exigentes):

1. Inteligente. No tiene que ser Einstein, pero no soporto la gente liviana que lo único que sabe es cuando cumple años Madonna (algo que por supuesto yo también sé) y chismes llenos de absoluta banalidad. Es decir, yo no quiero un petardo que me hable de filosofía socrática todo el día, pero si alguien con quien hablar de cosas interesantes y profundas, alguien con quien se aprenda siempre algo nuevo y sobretodo, alguien a quien admirar por lo que tiene adentro de la cabeza. Y claro, debe ser suficientemente inteligente como para entender que también es delicioso hablar del último disco de Madonna, irse (de vez en cuando) de rumba un miércoles o ver una película de acción los domingos por la tarde.

2. Emocionales. No me refiero a una persona que sea un volcán emocional que erupcione a todo momento por cualquier cosa. Pero si alguien que pueda expresar con claridad y facilidad sus sentimientos, que sea capaz de ponerse en los zapatos de los demás y que pueda decir “te quiero” con fluidez. ¡Y que me abrace con fuerza cuando me vea!

3. Con buen gusto. No quiere decir que debe comer caviar y champán todas las noches, ni que solo se ponga ropa interior Calvin Klein o camisas Polo. Debería saber que le queda bien y que no, alguien que se sienta sexy con lo que se pone y al que le pueda creer sin lugar a dudas cuando me diga “eso no te queda”.

4. Que coincidamos. No en todo, que pereza, pero si en lo elemental. Yo no quiero alguien que oiga reggetón todo el día o que “adore” ver fútbol colombiano todos los domingos.

5. Que se cuide. No tiene que ser un esclavo de su figura, pero por favor, cinco empanadas antes del almuerzo no pueden ser buenas para nadie y quince minutos de trote al día no producen un ataque cardiaco.

6. Que quiera triunfar. Es decir, que quiera progresar, que tenga un plan y sepa como seguirlo, que no se conforme nunca con lo que consigue y que siempre esté buscando nuevas metas. Odio la monotonía, el conformismo y la quejadera inmisericorde.

7. Tierno. No quiero un “durazno en almíbar” o un Winnie the Pooh, no, eso no! No puedo con ellos. Pero si quiero alguien que pueda hablar como un niño chiquito si acaricia un cachorrito o alza a un bebé. Alguien que me abrace y juegue con mi pelo mientras vemos tv, me de un pico en las mañanas cuando se levante y me coja la mano cuando estemos en el cine. No quiero "caras-de-puño".

8. Sensible. Que pueda ver la belleza de un Boticelli, la genialidad de Van Gogh, la alegria de Mozart, la locura de Dalí… que la vida lo sorprenda y la curiosidad por los hechos de la vida lo emocione. No quiero llorones sensibleros o panditos de espíritu que crean que la muerte de Lady Di fue lo peor que le pasó al mundo…

9. La sonrisa de Brad Pitt… sólo si se puede : )


¡Mierda! ¿Será mucho pedir?