martes, noviembre 01, 2005

Paris (II)


Bueno, por cosas del destino al fin tengo tiempo para narrar mis aventuras parisinas, debería andar de paseo hoy dia de los difuntos, pero no se pudo, así que aprovecho. Quedamos entonces en que me quedé saliendo (muy desilusioando) de las galerias Lafayette y ví que ya anochecía. Como les conté, quería algo de acción y no tenía ni idea de a donde ir... en Murcia me habian dicho más o menos por donde era la zona de copas aunque la verdad yo quería encontrar la "Chueca" de Paris... No encontré ni un solo café internet para hacer una búsqueda en el Google, así que en un puesto de revistas y por 5 euros compré la revista Têtu (disfrutenla en http://www.tetu.com) que fue mi salvación ya que traía la guia gay de Paris. Para entonces, los pies me dolian un montón, pero un montón !!! En Bilbao me había comprado unos tenis para caminar (que increiblemente no había traido desde Colombia en mi maletón) pero aún con ellos sentía que no podia dar ni un paso más. Con la Mona y Luz Elena había aprendido a coger el metro en Madrid, gracias a Dios, porque coger un taxi al hotel me habría costado un dineral, así que me aventuré por el metro de Paris que para mi grata sorpresa funcionaba igual al de Madrid (Luz: ciertamente, el metro de NY deber ser el más complicado del mundo). Llegué al hotel dispuesto a leer la guía aquella, darme un baño y ponerme guapo, cuando "oh sopresa": ¿dónde coño está la llave de mi cuarto ? se me había perdido la bendita (estaría allá, tirada a los pies de la torre Eiffel o que sé yo). En la recepción, una marroquí me explicó en un inglés muy pobre que no tenía una copia. Abrió al fin la puerta con una llave maestra, pero todo estaba en completa oscuridad porque la llave también se usa para prender el interruptor. La "chica" se fue a buscar una solución y me dejó así, en las tinieblas. Con mi celular hojeé un poco la guía pero yo quería irme cuanto antes. Como tenía mi llave del hotel de Murcia (que a propósito, se llama "El Churra", porque como bien me dijo Mar, todos los nombres en Murcia parecen tener una "ch" en alguna parte, como la dirección de la oficina, que es, por si quieren enviarme una tarjetica, "Almirante Churruca, 5", que es el nombre de un ilustre héroe español de la batalla de Trafalgar, que, a propósito, hace poco cumplió 200 años de haber ocurrido, batalla esta que fue el orgullo de Inglaterra y del almirante Nelson, y el descalabro de España y Francia, y por ello hay una plaza Trafalgar en Londres, donde está la estatua del mismísimo Nelson, ciudad ésta a la que también quisiera ir algún día, para ver la estatua del ilustre almirante inglés, que murió en Trafalgar, igual que Churruca y bueno, ¿dónde quedé yo en esta historia que ya estoy más perdido que la susodicha llave? ah si ! a oscuras en un hotel de París, leyendo una guia y buscando en las tinieblas las calles en un mapa de la ciudad, muerto de hambre y con una ampolla en mi dedito gordo, que dolor... y ahora no sé donde cerrar el paréntesis que abrí allá arriba, así que lo cierro a continuación para seguir con este relato, fin). Con mi llave del Churra logré prender las luces del cuarto y me bañé y me cambié y luego ubiqué la calle donde más bares había, según la lista, calle que no olvidaré "jamais, jamais", porque tenía el nombre más coqueto del mundo: Rue de la Sainte Croix de la Bretonnerie. En el mapa ví, además, que se cruzaba con una calle de nombre sonoro: la Rue des Mauvais Garçons (la calle de los "muchachos malos"), así que allá tenía que ir, no cabía duda !! Y bueno, me fui del hotel a coger el metro y cuando salía me dieron una copia de la llave, que esta vez guardé muy bien. Llevaba 24 hrs en Paris y ya me defendia cogiendo el metro. Debía bajarme en la estación del Hotel de Ville y ahí llegué, 20 estaciones y un trasbordo después, muy tieso y muy majo, esa noche me sentía arrasador, grrrrrrr ! El hotel de Ville es otro edificio de antología, y por la noche lo iluminan increible, otra "fermosura" de las que hablé. Además había allí una foto enorme de Ingrid Betancourt, caray, las tristezas de la patria te persiguen, inclusive hasta en una noche parisina, quedé muy impresionado, esta mujer lleva más de tres años pudríendose en la selva, y parece que solo a los franceses les importa, que dolor de patria. Que se me pasó pronto porque llegué facilito a la Rue de la Sainte Croix de la Bretonnerie (hasta escribir el nombre me gusta, luego se los pronuncio para que vean lo bello que suena en mis labios, mes cheris). Y bueno, que veo yo, que veo yo, en esta rue... adivinen: la misma gente de siempre, la misma gente que uno ve en Chapinero o en El Tesoro, la misma. No digo la misma gente como tal (que los parisinos son hombres muy churros, churrísimos), pero si las mismas fachas, la misma actitud, la misma forma de reirse, las mismas formas, los mismos gestos... me lo esperaba. Una vez comprobada mi teoria de que la gente gay es igual en Melgar que en Madrid, pasando por Miami y demás, me sumergí por la Sainte Croix de la Bretonnerie a ver que encontraba, pero antes me fui a ver que comía porque ladraba de hambre. La calle en mención y las aledañas están llenas de cafés, terrazas, restaurantes y bares, todos ellos gay, que emoción, que delicia... que caro !! Caminando encontré nada más ni nada menos el famoso centro George Pompiduor, pareciera que en París a la vuelta de la esquina va a salirle a uno una nueva maravilla. Allí encontré un café internet, revisé mi correo y a algunos de ustedes les escribí emocionado que andaba por esos lares... bueno, vamos rápido que esto se alarga demasiado. Caminé algún rato más y oh mon Dieu ! Algunos garçons me miraban como que me iban a saltar encima, me sentí desnudo más de una vez, mostrando mi cuerpo bronceado en esa noche de otoño, que cursi soy, ¿cierto que si ? La gente me miraba con una desinhibición que ni en Miami, que ya es mucho, yo andaba muy rmocionado y me sentia guapo, muy guapo, grrrrrr ! Me fui al "Open Café" y gracias a esta maravilla que es Internet les puedo mandar una foto del lugar: http://www.insecula.com/oeuvre/O0012683.html Y allí estaba yo, solo en la jungla gay de Paris, bebiendo una cerveza cuando llegó él, como diría mi amiga Rocio "estando yo sentado en la arena de la barra.....tralalá". Era un alemán muy lindo, veintitantos años, 1,78, cabello negro, ojos azules, "hoyuelos" en las mejillas cuando se reía, dientes perfectos, labios para morir y resucitar, y volver a morir y resucitar de nuevo y lo mejor: impecablemente vestido con chaqueta blanca y con una camiseta Puma que yo no compré, pero que carajos importaba, si ahí estaba, la misma camisa, mostrándomela él en su cuerpo delgado y esbelto, sí, lo sé: que cursi soy ! yo estaba en la barra y al lado el bello alemán, pidiendo una bièrre, como yo. La coincidencia me pareció muy
buen augurio. Y como decían en "Los Años Maravillos", entonces sucedió: me quedé mudo y estupefacto, incapaz de pensar en algo inteligente que decir, no me salía ni una palabra, aunque ya nos habiamos cruzado una mirada con sonrisa incluida, lo que había acabado por ponerme más nervioso. Y entonces, el alemán, y en ese momento supe que era alemán, se encontró con unos personajes altos y viejos que entraron y se lo llevaron a un rincón. Lo único que pude hacer fue beberme toda la cerveza e irme del bar... Ya no me sentí guapo, sentía que ya no tenía "el toque" y que llevaba una ampolla en el dedo gordo del pie. Pensé entonces que no podía pretender encontrar un romance parisino solo por estar en París, era como pensar que solo por estar en Bogotá iba a tener un romance bogotano, así como así y esas cosas, mes amies, solo pasan en las películas de Meg Ryan. Me fui a caminar un rato más, a pesar de mi ampolla. Crucé el Sena y llegué de nuevo a Notre Dame, me senté en una banca y me fijé que, no joda, que cursi soy yo y que cursi puede ser París, esa noche había luna llena. Me invadió una extraña sensación de soledad y he de decir que de tristeza, me sentí lejos de todo, lejos de todos, lejos del "amor". Qué cursi soy. Estar solo en Paris, a esa hora, con esa luna, en esa plaza, era como estar solo en una cena puesta para dos, como bailar con la escoba en medio de la fiesta. Pero bueno, tampoco era para moririse de depresión en medio de la Île de la Cité, que mal gusto uno morirse de esas pendejadas en pleno siglo XXI, en el corazón de Francia, ni que yo fuera Madame Bovary. Un grupo de capoeira llegó con su jolgorio a sacarme de mi dramatismo existencial, gracias a Dios, y qué brasileros! Llegué al hotel como a las 2:00 AM dispuesto a levantarme temprano, quería ver de cerca el Arco del Triunfo e ir al Sagrado Corazón, pero ay Dios, otra vez me levanté tarde y ya no pude hacer ese tour. Me fui entonces a Montmartre a caminar un poco por las calles parisinas. No tomé ninguna foto ese dia, quería sentir el ambiente de la ciudad sin estar detrás de la cámara. Y para resumir un poco, volví al hotel luego de almorzar una sopa de cebolla con una baguette (que estaba deliciosa) y así terminó mi fin de semana en París, inolvidable mi fin de semana, que delicia haber estado por allá, que bella es París, tendré que volver y por supuesto espero volver acompañado, joder tio, solo ya no!

Nota: mail enviado el 1 de noviembre del 2005