jueves, octubre 20, 2005

Paris (I)

Bueno, les cuento mis aventuras en París, tuve un fin de semana muy movido !! 14 de otubre del 2005. El vuelo de ida fue de lo mejor, me tocó en suerte un jet pequeño, muy cómodo, con comida deliciosa. Mi compañero de viaje resultó ser un francés muy buena gente y MUY conversador, que además era amigo íntimo de Luc Besson, hágame el favor, uno codeándose con famosos a 11 km. de altura. Era un piloto de helicópteros y administrador del aeropuerto de Lille... ¡me regaló un tiquete para viajar en helicóptero y todo! Voy a ver si logro usarlo porque el único helipuerto cerca de aquí está muy lejos, pero puedo ir a Madrid o Bercelona, ya veremos. A cambio quedamos en que el próximo año él iba a estar en Bogotá y que tenía que acompañarlo... al amazonas. Aquí algunas personas tienen la idea de que uno está al lado de la selva y que es común que al asomarse al jardín de la casa habrá micos en los árboles. En fin, todo sea por viajar gratis en helicóptero. Bueno, llegué a París en la noche del viernes y desde el avión vi la torre Eiffel, fue realmente emocionante. El taxi al hotel me costó 50 euros, es decir casi la mitad de lo que me costó el viaje en avión. El hotel lo conseguí en promoción por internet así que tenía algo de reserva y pensé que iba a ser un famoso hotel parisino de esos que no tienen baño, donde hay que hacer fila con el cepillo de dientes y la toalla en la mano, pero no, resultó ser un hotel muy cómodo. La verdad es que no tuve mucho tiempo de planear mi viaje y no tenía idea de donde estaba ubicado el hotel respecto a los sitios famosos, así que esa misma noche salí a caminar por ahí a ver que encontraba... y oh sorpresa, la torre Eiffel se veía muy cerca. Es impresionante ver esa torre, me parecía irreal verla. La verdad es que todo el tiempo tuve una cierta sensación de irrealidad, de que no estaba viendo las cosas sino a través de una película, no creía que estaba en París. A veces me cuesta creer que estuve ahí, no sé muy bien porqué. Esa noche caminé mucho pero no tenía un mapa, así que no logré ubicarme, aunque en el camino encontré la réplica parisina de la estatua de la Libertad y esas calles típicas que uno ve en televisión. Luego vi en un mapa (esa noche no tenía ninguno) que había estado en el famoso barrio latino. Sin embargo no me di por enterado, la verdad pensé que sería un poco más animado, talvez era por el clima (la noche era un poco fría), y todo estaba un poco apagado por ahí, solo algunos bares abiertos que por cierto, eran algo costoso (todo en Paris me pareció caro). A la torre nunca llegué porque estaba más lejos de lo que pensé, así que a la media noche volví al hotel, para dormir y prepararme para salir temprano al día siguiente. Sin embargo, se me pegaron las cobijas y me desperté súper tarde, perdí el desayuno del hotel así que me tocó ir a buscar algo que comer. Me aterraba hablar en francés, me ponía muy nervioso y siempre se me cruzaba el inglés y me miraban raro, así que en la cafetería a la que llegué solo atiné a pedir un café con leche y un croissant. Mi escaso desayuno costó la bobadita de 5 euros (es decir, casi $12.000 pesos, porque yo siempre ando haciendo las cuentas, aunque muchos me dicen siempre que no haga tal cosa). En el camino hacia los sitios turísticos me compré un sanduche de atún para el almuerzo, había que ahorrar. Caminando, caminando llegué por fin a la torre Eiffel. Verán que le tomé muchas fotos. La verdad es que la torre es imponente y bella, muy bella. Uno la ve y como que no lo cree... pero ahí está, y ahí estaban también miles de turistas queriendo subirse a ella. Yo solo tenía un fin de semana y no quería perder el tiempo haciendo filas, así que descarté la visita panorámica. Me fui entonces a los Campos de Marte, que se extienden a los pies de la torre, a tomar más fotos. Pedir que te tomen una foto en París es lo más fácil del mundo, sobre todo si uno está haciendo "el circuito turístico". Los turistas están a la orden del día: japoneses por montones, gringos por todos lados, muchos españoles, un montón de gente en las calles. Parisinos, parisinos, la verdad, vi pocos. Parece ser que el fin de semana salen todos corriendo de la ciudad abrumados ante semejante invasión: sepan que París es la ciudad más visitada del mundo, de lejos de New York. Hay muchos sitios que ver en París, ¡demasiados! De la torre me fui a Los Inválidos, luego al Palacio Real, luego a los Campos Elíseos, de ahí a la plaza de la Concordia y luego al Louvre.... y allí, otra fila. Eran las 3:00 PM cuando llegué. Y bueno, lo pensé una y mil veces: ¿entro o no a ver a La Monalisa? ¿Entró a recorrer los pasos de Langdon? Me faltaba tanto por ver en la ciudad y el domingo tenia que estar en el aeropuerto a las 3:00PM... fue difícil, pero decidí que no iba a entrar. Yo no quería andar corriendo por todo el Louvre, haciendo una maratón sin sentido. Recorrer el museo al menos debe tomar todo un día. Tenía ya dos razones para volver a París: subir a la torre y entrar al Louvre. Luego me daría cuenta que tendría muchas más. Decidí también que no iba a entrar a ningún museo: ni el de Rodin, ni el de Orssay, ¡ninguno! Bajé al lobby del museo, debajo de la famosa pirámide, y salí luego de descansar un rato. Seguí caminando por la orilla del Sena, que es un paseo increíble, parece que uno estuviera caminando por... ¿París? La verdad no encuentro comparación, habría que estar allá para vivirlo. Fui a buscar Notre Dame, la famosa catedral de Cuasimodo. Para ser sinceros, no es tan asombrosa como uno supondría... será una tontería pero la iglesia de Lourdes (la de Chapinero, la que tanto conoce Alejo) me parece más bonita aunque no tenga tanta historia ni tradición. Seré un hereje de la arquitectura, supongo, pero entre gustos... Luego llegué al palacio real, y a la plaza de la Ópera y caminé y caminé.... Llegó el momento en que tanta "fermosura", tanta plaza irreal, tanto palacio de cuento de hadas, tanta cosa linda para ver, me fatigó la mente y la vista. París debe ser la ciudad más linda del mundo, o al menos la ciudad más bonita que yo haya visto, que a lo mejor ahí estarán una Venecia, una Praga o una Viena para pelear el puesto, digo yo. Me fui entonces a buscar la ciudad de verdad, la París de carne y hueso. Pronto vi que había un montón (MONTÓN!!) de gente en el bulevar Haussmann,la famosa calle comercial, todos entrando y saliendo de las tiendas Lafayette, que vienen a ser, como les digo… hagan de cuenta la Casa Grajales, ¡pero en Paris! Es decir, una cosa mucho más chic, mucho más grande, ¡mucho más caro! Estaban en ofertas en las tiendas, dizque súper rebajado decía la publicité, pero para mi tristeza todo era carísimo. Yo tenía planeado comprarme algo bien en París, para poder decir con mucho estilo: "Esto lo compré en París", pero nada, todo estaba fuera del alcance de mi muy estrecho bolsillo... lo más barato que encontré fue una camiseta Puma que costaba 17 euros (el precio original era 30), y pues Puma no es que suene muy parisino que digamos... Por si acaso y como era la única de mi talla, escondí la camiseta bajo una pila de jeans Armani (porque casi todo era de Armani, Calvin Klein y demás ilustres diseñadores) y seguí dando vueltas por ahí ("loliando" como diría mis amigos paisas), a ver que encontraba. Después de dar muchas vueltas me olvidé de la camiseta (que luego volvió a mi, pero de una manera muy inesperada, como ya verán) y salí de las tiendas. Lo único que compré fue una coca cola (como adivinaran no era barata). A esa hora no había almorzado y ya eran las 8:00 PM. Y bueno, la noche cayó y yo quería emociones más fuerte, pero no tenía ni idea a donde ir.... (Continuará)