jueves, junio 21, 2007

¿De qué hablas Felipe?

Uno de mis blogueros favoritos, Felipe Zuleta, tal vez el más radical de los opositores de Alvaro Uribe, publicó en su blog un post que yo realmente no entiendo. Debo decir que me sorprende y me decepciona a la vez. Creo que no hay necesidad de meterse, aún en la manera críptica en que él lo hace, en la vida familiar del Presidente para criticar la caida de la ley de derechos para parejas del mismo sexo. No ha sido una costumbre de los periodistas colombianos (ni siquiera de los más faranduleros, aunque excepciones las hay) la de ventilar la vida privada de los personajes públicos y en mala hora Felipe Zuleta lo hace. Las respuestas que ofrece el autor a algunos comentarios son contradictorias. Si él empezó, ¿por qué espera después que sus lectores no sigan con la diatriba contra la familia presidencial, un tema que él mismo califica de "sensible"? Creo que esa forma de actuar le resta credibilidad a Zuleta, a quien no le ha temblado nunca la pluma ni la lengua. Esta vez sin embargo, se excedió.

miércoles, junio 20, 2007

Insulto

Afortunadamente no había yo celebrado aquí en el blog lo que fue, por corto tiempo, la mejor noticia que había recibido el colectivo gay colombiano: la Cámara había aprobado la ley de derechos patrimoniales y de seguridad social para las parejas del mismo sexo, proyecto que estuvo a punto de hundirse en esa corporación. Todo lo que faltaba en adelante era un simple trámite de conciliación y la aprobación final de la ley se daba por descontada. Pero no fue así. Ayer en la tarde se hundió la conciliación y por lo tanto el proyecto. No importa que se haya discutido ampliamente en el Senado y la Cámara (en comisiones y en plenaria) y en los medios: ayer el proyecto se hundió por las más diversas y pueriles causas: miembros del partido de la U que lo habían votado a favor, se "voltiaron" y lo votaron esta vez en contra (parece ser que por venganzas políticas y bajezas semejantes); muchos senadores estaban en su casa haciendo ya su maleta, ansiosos por irse a sus merecidas vacaciones (trabajar de miércoles a viernes genera estragos en el cuerpo y el espíritu que solo se pueden recuperar con vacaciones de más de tres meses al año); Benedetti, el valiente senador que defendió el proyecto en el senado, se confió y no estuvo al tanto de como iba a ser votada la conciliación; los cristianos pidieron una votación individual y no en bloque (lo que en últimas fue el boquete que permitió la voltiada de los senadores de la U), etc, etc y un largo etc. Y de nuevo todos nosotros nos quedamos con los crespos hechos, plantados en el altar, insultados e indignados. No hay derecho a que seamos nosotros quienes paguemos los platos rotos de las venganzas políticas, del desorden del partido de gobierno y del caos del Congreso en general. Reluce nuevamente el odio incomprensible que nos tienen los congresistas dizque "cristianos".
El señor presiente de la Cámara Cuello Baute debe estar frotándose las manos de la dicha, esbozando una sonrisa de complacencia. Se ha sacado una espina pues aunque usó su poder para frenar cuanto pudo el debate en la Cámara y recurrió luego a los insultos cuando la ley finalmente fue aprobada, había sido derrotado duramente con la aprobación de la ley. Ahora sonríe de nuevo porque ni él mismo pensaba que este fiasco iba a poner freno a una iniciativa que tantos problemas enfrentó pero que ya todos daban como un hecho.
Hasta José Obdulio Gaviria, el más godo de los godos y guardia pretoriano mayor de Uribe, estaba estupefacto (hay que decirlo en todo caso, Uribe siempre estuvo a favor del proyecto, cosa que se le agradece)
Todo este insulto, mayor aún a cualquiera que tengamos que recibir a diario, cuando por fin el consenso de la mayor parte de la sociedad y la política nacional se había puesto a nuestro favor, es una derrota que nos humilla, pero que también nos debe poner en alerta. Nos quedamos, de nuevo, como ciudadanos de segunda y eso no puede seguir así: el otro semestre se tendrá que iniciar la batalla, desde el principio. Fuerza y voluntad.

miércoles, junio 06, 2007

Semana de locos

  1. El domingo, tarde en la noche, sonó el timbre en mi puerta. Esperaba a un amigo que iba a devolverme mi portátil que le presté ese mismo día en la mañana. Pero no era él quien timbraba. Era un tipo alto, gordo, de pelo negro y largo, de mirada perdida. Su presencia me llenó de pánico, se me escapó un grito de terror, puse los puños en posición de pugilista, dispuesto a defender mi vida ante ese atacante escapado de algún manicomio. Mi reacción, a lo mejor un poco desmedida, fue totalmente instintiva. El tipo estiró el cuello y echó un vistazo dentro de mi apartamento para luego decir: “Perdón, me equivoqué de piso”. Salió corriendo, supongo que él también bastante asustado con mi reacción. Yo, entre confundido y sorprendido me quedé perplejo y liberé la tensión con una carcajada nerviosa. Desde entonces me he estado preguntado por qué reaccioné así. ¿Por qué lo primero que pensé era que se trataba de un asesino que venía a volverme picadillo y no de un simple vecino extraviado? Algo no marcha bien en mi cabeza...

  2. El día siguiente, lunes 4 de junio, fue tal vez el día más importante de mi vida. No, no me casé ni nació mi primer hijo, claro que no. Tampoco conocí al amor de mi vida. Fue algo que, de concretarse como parece que ocurrirá, cambiará para siempre el rumbo de mi vida. No lo mencionaré por ahora mientras todo termina de concretarse, aunque algunos de los que pasen por aquí ya saben de que se trata.

  3. Por razones laborales creo que tendré que irme para Honduras por un mes. ¡Un mes! Me encanta viajar pero no me hace mucha gracia la idea de estar tanto tiempo en un país que, aunque es posible que tenga muchas cosas que valgan la pena, es más pobre que el Vaupés. La ignorancia, en todo caso, es atrevida. Espero no tener que comerme mis palabras. Y perdones por adelantado si algún hondureño pasa por aquí, que lo dudo.

  4. La teja se le corrió del todo a Uribe II. Yo creo en realidad que el Presidente no sufre de laberintitis, sino que es “El Presidente en su Laberintitis”, como bien dijo algún gracioso, parodiando el libro de Gabo. Me pregunto (y sé que millones de colombianos también lo hacen, incluyendo a uribistas de raca mandaca) si todo este cuento retorcido de la liberación de los guerrilleros a cambio de nada servirá de algo y si las secretas razones de Estado que lo sustentan son justificables. Me temo que no. Lo ocurrido esta semana es de locos. Nuestro diario acontecer es tan alucinante que este debe ser el único país del mundo donde un abogado se opone a que su cliente sea liberado, tal y como lo ha hecho ver el apoderado del guerrillero Granda. Y luego quieren que uno no se imagine que el loco que timbra en la puerta un domingo a las once de la noche sea el mismísimo Jack el destripador, o cualquier otro enviado por la Parca calva.

  5. Me uno al ruego: ¡liberen a Emanuel! Tener a un niño secuestrado desde antes de nacer es la peor de las infamias. En otro país las marchas que por estos días dieron los universitarios, se hubieran sucedido también y de manera mucho más contundente para pedir por la libertad de ese niño (y de su madre y todos los demás). Pero a nadie parece importarle. Leen el periódico, se enteran del secuestro de la criatura y exclaman alguna cosa. Pero luego voltean la página y se olvidan de todo porque encuentran en las notas de farándula la triste noticia del terrible rompimiento de Juanes y su esposa. Locombia.

  6. Anoche ví Satanás. Sin duda esta película, de impecable factura, es lo mejor que ha dado el cine criollo. Escalofriante, estremecedora, sale uno del teatro con el espíritu alborotado. Excelente adaptación de la historia original. Lo mejor: Damián Alcazar y Teresa Gutierrez dan sopa y seco en sus papeles. Hay que ir a verla. Es violenta y dura, pero nada allí es gratuito.