lunes, septiembre 25, 2006

Andrea

Bueno niña, te casas entonces, qué le vamos a hacer, yo sabía que este día iba a llegar, no tan pronto, ni tan rápido, ni tan de repente… pues que seas feliz; alegría y felicidad es lo único que puedo desearte.

* * *

No recuerdo el día exacto, pero corría el año 92. Era de noche, las 7 acaso. Me asomé a la ventana y ahí estaba: mi vecina de enfrente, hablando con una amiga en la puerta de su casa. Mi vecina de enfrente, mi misteriosa y bella vecina de enfrente que casi nunca salía a la calle y a quién nunca en mi vida le había dirigido la palabra, aunque habíamos sido vecinos desde que nacimos. Mi vecina de enfrente, a quien a veces cuando se bajaba del bus del colegio seguía a poca distancia hasta casi poder tocar su pelo. Mi vecina, a quien siempre vi como una diosa lejana, inalcanzable, ajena a mí. Y sin embargo, esa noche del 92 me armé de valor, con el corazón a mil, crucé la calle y le dije “hola, siempre había querido conocerte”. Se quedó un rato sorprendida pero fue muy cordial y hablamos un rato. Y luego de eso, lo usual: “boy meets girl”, aunque yo nunca pensé que ella se iba a interesar en mí.

Por esos días, en la plenitud de mi adolescencia, yo era todo confusión. Mi esqueleto colgado en el closet siempre había estado ahí, por supuesto, aunque en esos años estaba en el lugar más remoto de todo el ropero (porque mi closet llegó a ser tan grande como el de Narnia). Sin embargo el tiempo que estuve con Andrea fue maravilloso: nos amamos, reímos, soñamos, lloramos (ella más que yo, perdóname otra vez) y fuimos felices… pero no comimos perdices. El amor eterno solo dura un tiempito.

Como es de esperar yo fui el culpable de todas nuestras desgracias. El esqueleto en el closet empezaba a salir de su rincón oscuro y olvidado y en el esfuerzo por salir de su encierro producía un desorden terrible, ruidos molestos, ideas fugaces que me confundían y me hacían sufrir montones. No podía soportarlo. La puntilla en la sien fue una frase de aquellas que luego retumban para siempre en la memoria. En una reunión con su familia, Andrea dijo “mi primo está como bueno” y yo dentro de mí y para mi propio asombro, asentí. A mi también me gustaba el primo, mierda, todo se había puteado. El esqueleto adentro ahora golpeaba con fuerza la puerta con sus manos huesudas y ruidosas; la puerta se desencajaba y las bisagras rechinaban. Había que dejarlo salir de allí o yo terminaría en el manicomio.

Y empecé a recorrer el largo camino que lleva de la liberación de ese esqueleto horrendo hasta el punto en que terminas por querer y apreciar a tu huesudo amigo. Pero esa es otra historia y hoy no vine a eso.

Durante mucho tiempo seguimos en contacto con Andrea, aunque yo nunca pude encontrar de nuevo a alguien como ella, con su don maravilloso de ver la vida desde ese ángulo poético y crítico, profundo y sereno, sin concesiones ni alardes, a veces duro y desesperado, siempre único y demoledor. Pasaron muchos años, diez al menos, para que le pudiera confesar “mi secreto”. Nuevamente lágrimas, nuevamente abrazos, pero me quité un peso de encima y ella me aceptó sin reservas.

* * *

Y ahora te casas. Pues que la vida sea para ti pura felicidad junto a él, afortunado él, cuanto lo envidio. Besos Andrea querida y recuerda en todo caso que siempre tendrás en mi corazón un lugar grande, bien grande. Y muchas gracias por:

1. Tu cartica escrita en rosado y doblada hasta formar un cuadrado que me diste en el colegio.
2. Los dibujos que hiciste de nosotros en esa carta.
3. Tus besos y caricias de esos años que hoy son un preciado recuerdo. Considérate la única mujer en mi vida.
4. Esa tarde en la cama de tu hermano.
5. Tu blusa blanca de 16 botones que yo desabrochaba en una hora.
6. Tus lágrimas de felicidad (y las mías subsiguientes) cuando nos dábamos cuenta de lo mucho que nos amábamos.
7. Esa noche de vino que terminó en el cuarto de san Alejo.
8. Tus abrazos de oso.
9. Tus conversaciones intensas, inteligentes y solemnes sobre política internacional, el hambre en Etiopia, los desplazados, el efecto invernadero, Luis Caballero y Los Simpson.
10. Haberme presentado a mis amigos Mercedes, Silvio y Pablo (aunque tu ahora reniegues de ellos).
11. Esperarme cuando me fui a prestar el servicio, aunque solo me haya ido por un día.
12. La tarde en el parque, echados en el pasto, soñando viajes que nunca hicimos.
13. Mostrarme la poesía de un charco.
14. … y la del viento frío.
15. Servir de musa para hacerme decir que “las cosas grandes son azules, nuestro amor es azul” sin que sonara cursi en su momento.
16. Nuestras escaladas al tanque de agua de mi casa para ver Monserrate cuando atardecía.
17. Hacerme sentir el tipo más guapo del barrio.
18. Leerme cuentos en el sofá de tu casa (hasta dormirme) en esas noches de desvelo, oyendo INXS, U2 ochentero y Tracy Chapman.
19. Convencerme de estudiar lo que estudié y no haber seguido así con lo de ser médico.
20. Los brownies con helado en la Pizza Nostra.
21. La tarjeta con el poema de Benedetti que me diste en Famas y Cronopios y que decía: “en la calle codo a codo somos mucho más que dos” (verso que dio origen a una famosa canción).
22. Recordar que Ética, Política, Economía y Estética son las cuatro patas de este mundo chueco y que eso lo aprendiste de mí.
23. Cuidarme esa noche en mi casa cuando estaba operado y aguantarte mi desvelo y mi sufrimiento por no saber nada de ya sabes quien.
24. Tus historias triviales que adquieren no sé qué belleza y poesía en tu boca.
25. Tu propia belleza mágica y clásica.
26. Enseñarme el jugo de arazá en Minimal.
27. Abrazarme cuando lloré recordando días difíciles y situaciones duras.
28. Saber que cuento contigo y que siempre estás ahí aunque no hablemos todos los días.
29. Tu invaluable amistad.
30. Aceptarme como soy y seguir queriéndome.

Y no sigo porque se llenaría el servidor de blogger.com

Si el esqueleto aquel no hubiera existido, tal vez sería yo quien ahora estuviera contigo el sábado en la iglesia, quien sabe, a lo mejor sí, a lo mejor no. Pero la vida no lo quiso así. Sin embargo, ahora tenemos una amistad grande, gigante, a prueba de todo. Te deseo felicidad en tu nueva vida, alegrías infinitas y amor duradero. Y dame muchos sobrinos. Les hablaré siempre de la madre maravillosa que tienen.

Con amor,

Yo

martes, septiembre 19, 2006

Gaylandia en Bogotá

Todos somos responsables: hemos creado un monstruo. Teatrón (yo lo escribo sin la hache intermedia) hace rato dejó de ser un simple sitio gay de la ciudad y se ha convertido en toda una institución, un centro comercial rosa y rumbero. No es nada rosado, aclaro, es bien oscuro allí adentro. Como dije en otro post, yo no soy fan de este lugar, pero tampoco se puede negar su importancia relativa, su inquietante "majestá" y por lo tanto, no puedo evitar dejar de pensar todo lo que escribo a continuación...
Si no lo sabes, Teatrón es en realidad la suma de:
* Lottus: solo para hombres, con strippers, laberinto erótico, terraza con pasarela, mesas de billar que ya no alquilan porque se “perdieron” varias bolas - boludos los que las “perdieron”- entre otras curiosidades.
* Chill Out: música electrónica para calmar los ánimos y para aquellos que lo necesiten, adecuado para bajar la borrachera o la trabada, que hay que decirlo, por allá abundan.
* Teatrino: hombres sin camisa y con gafas de sol que bailan al ritmo de la música electrónica, "all nite long". Generalemnte la música es buenísima aunque hay que ir preparado porque el ambiente aquí puede ser muy pesado para corazones sensibles como el mío (a ver quién me cree eso).
* Teatrón: la joya de la corona, crossover para todos los gustos, escenario por derecho propio de Gayshira –que es igualita a la de verdad, qué impresión- y de espectáculos-parodia como “Gaytanic”. Ultimamente va mucho straight dizque de “mente abierta”, vaya usted y pregúnteles a ver que piensan. Ambiente familiar, buses a todos los barrios!
* Y por último, Lux: la verdad no tengo ni idea como será porque no he ido ni nadie me ha sabido explicar, pero leí que se trata de un sitio alternativo-funk-gay, lo que sea que signifique eso.

También leí en entrevista de Plan B con el ya mítico dueño de este chuzo, Edison, que abrirá próximamente un nuevo local en el complejo, esta vez un sauna sofocante para los que quieran diversión extrema (sépase que el cuarto oscuro de Lottus fue clausurado por “hechos escandalosos”, según dijo el mismo Edison, pero frescos señores libidinosos, porque al sauna si podrán llegar en bola de una buena vez y luego podrán bajar al Teatrino “después de”, con la toallita en la cintura y seguir así la rumba con el mancebo). De una vez aclaro que por allá no iré, a mi el cuento de los saunas me parece jartísimo y hasta medio ñuco. En fin, ya se sabe que entre gustos... Siguiendo con el listado de atracciones de Teatrón, no podemos dejar de mencionar, por supuesto, el sinnúmero de moteles que rodean el lugar (pero que no hacen parte de Teatrón, que se sepa), ninguno de ellos recomendable, pero que en medio de la arrechera de la madrugada, son el sitio ideal. Los dueños de estos chuzos húmedos y viscosos deben estar felices con sus inesperados clientes, porque antes de que abrieran la disco, esa calle era un moridero, medio lúgubre y escondida y ahora tiene vida propia debido a su exótico vecino. La 58 con 13 está de moda, y no solo entre los gays, no señor, el sitio es conocido en toda la ciudad, y hasta Julito y su amigo Alberto hablan de él con naturalidad y confianza en su afamado programa de radio en La W, ¡como hemos avanzado! Ahora las mamás saben donde encontrar a sus retoñitos rosados y arcoíricos cuando se les pierdan los sábados por la noche. Eso es lo que llaman “visibilidad social”. Gracias Julito por hablar de nosotros y por allá te espero en Teatrón para darte un pico, porque a mi tu voz me encanta, que rico levantarse oyendo tu voz, así estés comentado esas cosas jartas que pasan en Locombia, como el cuento del vidente del fiscal o los líos con los Paras o el despelote del aborto... te lo perdono, un día de estos te llamo para participar en tu programa, si prometes no colgarme y dejarme decir completito la tontería que vaya a decir…

Sigamos con el tema de este post, porque como ven, ya me estaba perdiendo en otros asuntos. Ah bueno, si hablaba yo de Teatrón... quería mencionar que en la edición de este mes de la revista Soho, donde constantemente y con cierta morbosidad hacen alusión a los temas gay (casi siempre no pasan de lo anecdótico y el cliché), se cuenta la aventura de un periodista de la revista que se fue “de rumba con un gay”, que es además el original título del artículo. El tipo con el que se fue de rumba (que, a propósito, está bien bueno), dice algo así como que Teatrón es el purgatorio, Chill-out es el cielo y Teatrino es el infierno. Yo estoy de acuerdo con la sumaria definición. Sin embargo, no nos dice nada de Lottus (supongo que podríamos decir que es el paraíso o el mundo-mundano), y al menos para mí, Lottus es el mejor de todos los ambientes. Lo siento por mis amigas mujeres (la redundacia es necesaria) a las que no las dejan entrar allá… Para empezar el sitio está muy bien montado y si se compara con lugares de otras ciudades (y no hablo solo de Colombia), nada tiene que envidiar, este sitio es bomba. Será tan bueno que por ahí vi en nuestra linda TV nacional que grabaron allí una propaganda de, triste y perfecta ironía: ¡toallas higiénicas! En fin, Lottus está muy bien. Lástima que el techo sea tan bajo porque el cigarrillo se encierra y uno sale oliendo a Piel Roja a la enésima potencia, que ni en bar madrileño. Y el "casting" a veces aguanta y aguanta mucho!

Me acuerdo que alguna vez de niño fui a una matinée a Teatrón, cuando era, claro, el teatro Metro Riviera. Seguramente mis padres y mis abuelos fueron mucho por allá, ¿qué dirían ahora si vieran en lo que se ha convertido? En todo caso, como me dijo alguien, que bueno que ahora sea Teatrón y no un templo de esos de la Oración Fuerte al Espíritu Santo que tanto abundan en los antiguos teatros de la ciudad. Los cristianos oracion-fuertístas, espiritu-santistas o como se llamen, deben envidiar las multitudes que se ven por Teatrón los fines de semana, digo yo. Mejor dicho: gays 1, cristianos 0, ja !

Y sin embargo, no toda la rumba de la ciudad se limita a la 58 con 13, aunque no sé como persistirán por más tiempo otros lugares de la ciudad como El Closet, Blues o Cavú, que por el bien de la variedad y la diversidad, esperemos que continúen. Ah! Por lo pronto ahora tenemos una opción dominguera: el Sungay de Cha-Cha, que debe ser la mejor forma de terminar un fin de semana. Voy a ver cuando me paso por allá, porque Cha-cha, en el piso 43 de un edificio del centro, me parece, como no, de “mucha altura” (el día de la marcha del Orgullo Gay luego de la ida a la Plaza de Bolívar terminamos allá encaramados y la pasamos super). Y también se les tiene, por supuesto, los cientos de chuzos (para todos los gustos y presupuestos) que hay por toda la ciudad. En una de esas guías de bolsillo salen un montón y me temo que no salen ni la mitad.
A mis amigos de otras ciudades del país o de ciudades del extranjero, si vienen a Bogotá, no pueden dejar de pasarse un sábado (no otro día) por Teatrón… Y a los locales, pues que ¡viva Teatrón!, pero solo de vez en cuando, tampoco se trata de ir cada fin de semana, ni cada mes… al respecto mi abuela, siempre sabia, bien decía: “una vez al año, no hace daño”.


lunes, septiembre 18, 2006

Martinis frustados, despedida de soltera e historias no iniciadas con Bs.As.

El sábado, día del Amor y la Amistad (que se gana de lejos el título a "Día mas culo del año”), coincidió con la despedida de soltera de Andrea. Ella tampoco celebra esa fecha artificial así que nos fuimos de rumba. Varias reflexiones me quedan de esa noche:

1. Los colombianos somos incumplidos. Una cita a las 9:00 PM sólo significa algo: nadie llegará a esa hora (y antes ni lo pienses, es más probable que Brad Pitt me invite a salir). Si la cita es en la calle, el cumplimiento aumenta y seguramente la cita podrá empezar a la hora fijada. Pero si invitas a alguien a tu casa, olvídate, nadie llegará a la hora acordada. El sábado pensaba que antes de salir de parranda beberíamos unos martinis en mi casa y cité a todos por SMS a las 9:00PM. La única que llegó puntual fue Andrea, la homenajeada. A las 11:00 llegó el último…. ¡2 horas después! Consecuencias: no hubo tiempo para la bebida a priori y llegamos muy “sobrios” a Teatrón, lo cual definitivamente no es recomendable. Yo me pregunto: ¿por qué si te citan a una hora determinada uno se hace el loco?
2. Teatrón es un lugar perfecto para celebrar una despedida de soltera (si la soltera tiene muchos amigos gay) y hay varias razones: el novio está feliz y se queda tranquilo en su casa porque sabe (o piensa, mejor dicho) que su amada no corre peligro alguno; la novia solo quiere ir a divertirse, bailar y beber completamente desinhibida (como se sabe todas las viejas andan en el mismo cuento cuando van por allá, felices de poder ser ellas mismas sin hombres que las intimiden, o al menos eso es lo que nos dicen); los amigos gay están en su medio ambiente natural y pueden divertir a la novia con baile u ocurrencias, o hacer levante con el mancito coqueto que los mira; en fin; ¡todo el mundo tan contento!
3. Yo definitivamente voy a tener una crisis nerviosa el día de la boda de mi amiga. Bueno, es que no es una amiga cualquiera. ¡Es Andrea, mi Andrea! Mi primer amor, una de las personas a las que yo más quiero en esta vida y la otra. Ay, yo sabía que esto iba a pasar… pero definitivamente no estoy listo. Ya escribiré un poco más sobre el tema luego, cuando pueda.
4. Dios Mio, ¿qué hemos hecho? ¡Teatrón se ha convertido en un monstruo! Bogotá nunca volverá a ser la misma y este lugar, con el tiempo, se convertirá en un mito, si es que ya no lo es… será algo así como nuestro Studio 54. Más referencias sobre este “club” en otro post. Aclaro de una vez: para mi el famoso Teatrón no es completamente santo de mi devoción, pero no puedo negar que tiene su oscuro encanto.
5. Si en medio de la rumba un argentino muy lindo y muy bueno te acorrala contra una pared, te dice cosas divinas y te pregunta “¿querés pasar la noche conmigo?” y tu le respondes “no”, pensando que estás con tus amigos y que no puedes dejarlos solos, ¿qué pensarías de ti mismo? Respuesta: ¡¡ya se porque sigues soltero!!

lunes, septiembre 11, 2006

9/11

Vista de la Zona Cero, ahora en construccíón, cinco años después de aquel día

El 11 de septiembre del 2001 vivía yo en Medellín e iba camino a mi oficina cuando oí la noticia en la radio del carro. Juan Gossaín informaba que había ocurrido un accidente en las Torres Gemelas. En principio, se pensaba que una pequeña avioneta se había estrellado contra una de las torres. Nadie podría creer que se tratara de un avión comercial lleno de pasajeros. Tampoco yo. Pilar Castaño, enviada a New York por RCN para cubrir un evento de modas pasó al aire y confirmaba que, efectivamente, un avión pequeño se había chocado y que había fuego en la Torre Sur. Y luego lo inimaginable: esta vez a vista de todo el mundo (todos los turistas y medios de comunicación estaban enfocando sus cámaras hacia el WTC) un avión comercial impactó la Torre Norte. La perplejidad y confusión eran tan evidentes, que Pilar Castaño insistía en que no había un segundo choque y que solo una torre estaba impactada. Pronto la locutora fue relevada por la voz en directo de la CNN Radio (imagino que esto fue el final de la carrera radial de Castaño y decidió que lo suyo definitivamente no eran las noticias sino las pasarelas). Yo no podía creerlo aún y llegué a la oficina directamente a ver en Internet que ocurría. Las fotos eran impactantes y temblé viendo las imágenes. Casualmente por esos días estaba lleno de trabajo y tuve que concentrarme en mis cosas. Pero al pasar junto a la pantalla de un colega vi el que debe ser el titular más tenebroso que he visto en eltiempo.com: la torre norte había colapsado. Corrí a mi puesto pero el colapso se había extendido hasta Internet y las noticias llegaban lentamente. Me fui a mi carro a oír las noticias en la radio. Todo era desconcierto entre los locutores. Se trataba sin duda de un ataque terrorista. “Bienvenido el siglo XXI”, pensé. Se había acabado oficialmente ese pequeño hueco en la historia donde pocas cosas habían tenido dimensiones globales. “Las vacaciones de la historia” ha sido llamado ese período entre la caída del muro de Berlín y el 9/11. Desde muchos puntos de vista se puede hablar de unos “felices años noventa”. Mi hermano me dijo esta frase: “Lo peor de todo fue ver en los noticieros a esa gente saltando desde lo alto. La única vez que subí a la terraza de la torre me sentí tan asustado por la altura que yo no hubiera sido capaz de saltar aunque el fuego estuviera detrás de mí. Realmente debió ser horrible”. Yo quisiera decir lo contrario, pero todavía vendrán muchos 9/11. No es invadiendo países y matando inocentes como vamos a cambiar el nuevo y oscuro rumbo que ha tomado la Historia.